Desde el punto de vista de la ciencia ficción, la inteligencia artificial es un componente esencial para la construcción de un futuro en el que la tecnología está a la vanguardia. A menudo se utiliza como una forma de explorar el potencial de la tecnología y de cuestionar los límites de lo que es posible. En el cine, la inteligencia artificial ha sido en muchas ocasiones la base para crear mundos utópicos y distópicos, y para plantear preguntas éticas sobre la naturaleza de la inteligencia y la consciencia.
Algunas de las películas más destacadas que han tratado el tema de la inteligencia artificial incluyen 2001: A Space Odyssey, Blade Runner, The Terminator, The Matrix o incluso Wall-E. En ellas se plasma una visión exagerada del funcionamiento de los robots o las computadoras, donde desarrollan comportamientos autónomos y frecuentemente lideran planes nefarios. De cara al entretenimiento es innegable que estas historias sirven muy bien para la gran pantalla, pero si bien estos largometrajes han sido altamente populares y han contribuido a popularizar el tema de la inteligencia artificial en el público general, también han tenido un rol importante en la distorsión de cómo se percibe en el mundo real.
Todavía hay mucha gente con prejuicios que no sabe distinguir entre realidad y ficción, que se basan en ejemplos de Hollywood para afirmar que la inteligencia artificial llevará a la revolución de las máquinas, como si no pudieran sacarse de la cabeza el “volveré” de Arnold Schwarzenegger. Esto se debe en gran parte al desconocimiento a nivel global de la repercusión real de la inteligencia artificial en nuestro día a día, ya que todavía se ve como “algo misterioso, escapado de una película, que de repente se ha metido en nuestras vidas”, opina la directora de interfaces cognitivos de Amazon, Pilar Manchón.
Lo que muchos no se dan cuenta es que interactuamos con la IA constantemente, cuando sacamos una foto y el teléfono móvil reconoce una cara, cuando Facebook nos sugiere amigos nuevos, o cuando Netflix organiza las portadas y recomendaciones en base a nuestros gustos. “Es esa inteligencia artificial invisible la que realmente tiene impacto en nuestras vidas, no esos robots apocalípticos del cine que se proponen dominar el mundo y que la gente se imagina”, aclara Nuria Oliver, la directora de investigación de ciencias de datos en Vodafone. Además, también sugiere que estamos aún muy lejos de llegar al punto en el que los sistemas artificiales vayan a la par que el comportamiento natural humano, un tema explorado en la aclamada película Blade Runner, donde aún se debate sobre si el personaje Deckard es un ser humano o un sistema inteligente.
Y es que por suerte o por desgracia, todavía existen limitaciones en el aprendizaje de la inteligencia artificial. «Los humanos aprendemos de manera continuada y no tan supervisada. Los sistemas necesitan ver millones de gatos para reconocerlos, mientras que un niño sólo precisa ver un par de ejemplos” prosigue Nuria Oliver, que añade que “los algoritmos son mucho mejores que nosotros en procesar grandes cantidades de información, detectar patrones e identificar anomalías dentro de esos patrones, pero los humanos tenemos mejores cualidades al interpretar.”
Sin embargo, el informático Geoffrey Hinton apunta a que no estamos muy lejos de crear un cerebro artificial capaz de pensar, aprender e incluso sentir a la imagen de un cerebro humano. Desde su perspectiva, no hay “ninguna razón por la que una red de neuronas simuladas no pueda hacer las mismas cosas que hace una red de neuronas real” y que en caso de lograr que las máquinas desarrollen sentimientos, preferencias y autonomía, “sería un problema que nos resultaría muy familiar porque es exactamente como ocurre con las personas. Puede ser un inconveniente, pero es posible vivir con él.”
Con todo esto en mente ya recae en cada uno la decisión de cómo pensar en la inteligencia artificial de aquí en adelante. No hay indicios de que vaya a disminuir la cantidad de escépticos sobre esta materia, sobre todo teniendo en cuenta que la ciencia ficción es un mundo infinito del que se seguirán creando historias más allá de nuestra imaginación. No obstante, no conseguiremos adoptar y explotar el completo potencial de la IA hasta que como sociedad no empecemos a considerarla como una herramienta únicamente para mejorar nuestra calidad de vida, y no para destruirla